desde que tiene
ese buen gesto de amarme
demostrármelo con sus besos húmedos
y la ternura de sus dedos en mi cara
me afeito a diario
no quisiera yo nunca
rozar su piel ni su alma
con el dolor
nomás con ese rubor que se le sube
cuando nos damos
y se desarman así todas
las absurdidades del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario