atardece húmeda la calle única del pueblo
y la bruma de la orilla se huele en el aire
a la casa de los mirasoles
vuelve la mujer
ruedan a sus brazos
son risas de sandías rosadas
de calabacitas graciosas
huelen a tomate y cebolla frita
y la bruma de la orilla se huele en el aire
a la casa de los mirasoles
vuelve la mujer
de faldas mojadas
con sus cestas y arponeras
con pequeños crustáceos marinos
anidados en los cabellos
al verla
asoman niños entre maderas
y corren descalzos y ruidosos
y corren descalzos y ruidosos
veredas abajo por el empedrado
ruedan a sus brazos
y saltan besos
como sapitos de lluvia
son risas de sandías rosadas
y delicias
de calabacitas graciosas
y suaves
huelen a tomate y cebolla frita
esperándola
con las últimas luces caminan
con las últimas luces caminan
caminan como canciones
Ha sido un bálsamo para el alma leer tu poesía, querida Edith, en medio de tanta noticia que atropella todos los sentidos...
ResponderEliminarFelicitaciones!
Silvina.