domingo, 11 de noviembre de 2012
monólogo de la última pena
la última pena
la tenía abigarrada
anidada tan dentro
que a veces no la encontraba
y la daba
por felizmente perdida
pero no…
era un ovillo de pena
amodorrada y enredada
embrionada
estaba rodeada de pelusas
de plumas y nubes
que no dejaban ver
dónde iniciaba esa pena
y dónde acababa
por eso no había podido
desprendérsela del alma
-hasta entonces-
ahora
se despedía de ella
la pena restante
de una serie de penas
compuesta de grandes pesares
tristezas comunes
y simples saudades
la pena última –señores-
no por última, deja de ser
una pena.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)